Ócio _Fabián Casas

En la última mesa, contra el comienzo de la barra, estaba Roli. Tenía puesta la campera de cuero que no se sacaba ni para bañarse. “Cáspita”, dijo en cuanto me le acerqué. Estaba excitado.

– Hoy puede cambiar tu vida – dijo.

– Al ritmo que me voy me parece imposible – dije, mientras me sentaba.

– Sí?

– Yes, no hago nada o casi nada.

– Nadie hace nada – dijo Roli sonriendo-. Pero, que clase de nada? Es decir…te quedas levitando en un rincón? Porque sí podés levitar ahí ya tenemos un negocio.

– Escucho música, me masturbo, como y cago – le contesté

– Todo un estilo, pero hasta para esto se necesita plata.

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