Nos protegemos de la locura mediante la selección y el silencio

“El aspecto más notable de la memoria es el olvido” James McGaugh

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Hoje, em um café, conversamos um pouco sobre memória e esquecimento e lembrei  (!!) que recentemente vi aqui na livraria Fedro uma tradução de A Arte de Esquecer, do neurocirurgião argentino Ivan Izquierdo (que mora em Porto Alegre). O livro é bárbaro e, com a chegada dos 4.0, me parece cada vez mais interessante. Bueno, fui atrás de uma resenha em espanhol para divulgar a obra (El Arte del Olvido) entre os hermanos.

Aqui vai então:

¿Por qué olvidamos tal o cual hecho, y recordamos aquel otro, que se niega por años a desaparecer de nuestra memoria? ¿Cómo funcionan nuestros recuerdos, esa corriente misteriosa y oculta que de repente, por un detalle casual, sale a la superficie y nos devuelve un momento de nuestras vidas? ¿Cuál es el sistema que gobierna estos movimientos de la mente? Si es que hay un sistema, por supuesto.
Y el hecho es que lo hay, e Iván Izquierdo, experto y pionero en estudios de la memoria, neurocientífico reconocido internacionalmente, lo analiza de manera ejemplar en este libro. Con una prosa sencilla y con la sabiduría y experiencia de haber investigado este tema durante más de cuatro décadas, nos explica cómo se forman las memorias, pues no se trata de una sino de varias, cuáles permanecen y cuáles no, y por qué; nos ilumina sobre las funciones que cumple cada una de ellas en la vida diaria: retener un número de teléfono, un evento trascendental, un aroma o una idea.
El arte de olvidar nos descubre las razones veladas de nuestros olvidos, y lo indispensable que resulta olvidar. Si recordáramos continuamente todo seríamos presa del pasado, es decir, seríamos menos creativos, y también menos libres. Y al mismo tiempo, si prescindiéramos por completo de él, no podríamos disfrutar las enseñanzas del tiempo. Por eso olvidar (y recordar) es un arte, que se cultiva y aprende, un arte que debemos reconocer si queremos aprovechar lo mejor de nosotros mismos.

Fragmento de una entrevista:

¿De qué manera su historia personal lo condujo a interesarse por los temas de la memoria y el olvido?

No sé.  Tal vez de tanto leer a Borges,desde hace más de 50 años.  Tal vez de tanto observar las cosas, de las que uno se acuerda o se olvida, a veces casi simultáneamente.

¿Cuál es su definición de estos términos: memoria y olvido?
La de todos.  Memoria: es la adquisición, almacenamiento y evocación de informaciones. Olvido: es la pérdida de la memoria en general o de alguna memoria específica.

¿Es el olvido una condición necesaria para la memoria?
Sí.  Lo demuestra por el absurdo el cuento “Funes el memorioso”, de Borges.  Funes es un hombre que puede recordar un día entero de su vida, pero para hacerlo requiere otro día entero de su vida, del primer al último milisegundo.  Como eso es imposible, debe existir (y existe) el olvido.  Para dar lugar a que se hagan otras memorias, en primer lugar.  Para no vivir el infierno de recordar todo, de lo cual la mayor parte o no queremos o no nos sirve.

¿De qué modo las emociones influyen en la selección de contenidos de la memoria?
No hay memoria sin emociones.  Los humanos tenemos emociones todo el tiempo; o débiles, como cuando dormimos, o fuertes, como cuando estamos enamorados o asustados.  Las emociones influyen siempre; las fuertes, mucho más.  Es casi imposible olvidar una memoria adquirida bajo una gran emoción: todos los argentinos sabemos qué estábamos haciendo y con quien estábamos y dónde cuando nos enteramos de la muerte de Perón, o cuando Argentina ganó el mundial de 1986, o cuando nos casamos o nació algún hijo nuestro.

Foto: trabalho de Shin Kiwoun, apresentado na Bienal do Fim do Mundo, no Ushuaia

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