A revista Brando deste mês traz ma matéria interessante com 10 perfis de homens e mulheres que chegaram a Buenos Aires nas últimas décadas. Hay de todo! Gente que veio por necessidade, por aventura, por amor. As razões, os medos e as expectativas de cada um, no texto completo da matéria chamada Últimos Imigrantes, Nuevos Argentinos. Abaixo, o perfil do Cheikh Gueye, em espanhol.
1. Cheikh Gueye, 45 años, Dakar (Senegal). Llegó en 2006. Percusionista.
Mientras su padre, pescador, se iba a conseguir la cena echándose al mar azul de su ciudad natal, Cheikh -con 7 años- y sus tres hermanos se cruzaban a lo de los vecinos a aprender percusión.
Al año, Cheikh empezó a tocar en bautismos y casamientos, y después, por 17 años, recorrió el mundo con una banda de 52 músicos. Conoció Asia, los países árabes y América.
Hasta que quiso encontrar su verdadero hogar y con lo ahorrado viajó a la Argentina, tierra de Diego Maradona, dice.“Un artista tiene que buscar su vida y ver dónde quedarse”, explica en un español precario con una pronunciación intervenida por el wólof, su lengua madre.
Llegó con dos tambores y una visa de un mes. Los primeros cinco meses durmió en Plaza Once, hasta que empezó a dar clases de percusión y a ganar dinero. Un día, a fines de 2006, lo conoció a Santiago Vázquez, director de La Bomba de Tiempo, y formó parte del grupo desde sus orígenes.
“Acá, si tenés pasión, podés vivir de la música”. Volvió dos veces a Senegal a visitar a su familia. De regalo, llevó camisetas de fútbol con el “Messi” clavado en la espalda. A veces, en Buenos Aires lo agreden. “No le doy bola a nadie. El que no tiene confianza en sí mismo desconfía del otro”. En abril se casó con su actual mujer, estudiante de percusión con ojos azules y piel blanca como una princesa rusa, con quien tienen a Samba, de ocho meses.
De Argentinos Juniors de corazón, viven enfrente de la cancha de La Paternal.“Conocer a Maradona es el único sueño que me hace falta cumplir”.
Para mi, la más interesante de los últimos diez años es una periodista gaúcha de Caçapava do Sul que a veces me da un mate. Muy de vez en cuando.